Las noticias de cierre de salas de cine son cada vez más habituales en nuestro país, estamos asistiendo, con resignación, a la desaparición paulatina de las salas comerciales en los centros de las ciudades.
Hace poco cerró en Madrid el histórico cine Palafox y estos días en Reus, Tarragona, una ciudad con más 100.000 habitantes, ha cerrado el Palace, único cine que estaba en funcionamiento. Según se puede leer en un artículo publicado en el diaridetarragona.com es la primera vez que Reus se queda sin cines desde la Guerra Civil.
En este artículo se habla de un cambio de tendencia en todo el mundo, como son el consumo individual del cine en casa, y una vuelta a las salas funcionales, donde se mezclan actividades culturas, teatrales y cinematográficas.
En los últimos años, ciudades como Pontevedra, Tarragona, Jaen, Orihuela, Avilés y Soria han visto desaparecer los cines comerciales de sus áreas urbanas. En este otro artículo publicado en abc.es en mayo de 2016, se hace un repaso de la desaparición de cines comerciales en Madrid, de los 161 cines que había en 1969 a los 31 del año pasado y bajando.
Durante mucho tiempo llevamos escuchando que el cierre de los cines es inevitable, que el consumo de los contenidos audiovisuales está cambiando entre los más jóvenes y que los cines comerciales no son capaces de resistir esta tendencia.
Vayamos a Francia.
El pasado 23 de diciembre de 2016 se publicó en Le Monde un artículo escrito por Michel Guerrin sobre la situación de la asistencia a las salas de cine titulado Inoxydables salles de cinéma (Inoxidables salas de cine) y que conocí gracias a Maryse Capdepuy que ha tenido la amabilidad de enviármelo traducido.
En este artículo se hace referencia a las medidas que la industria y el gobierno francés han tomado conjuntamente desde hace décadas, y de las que podemos sacar varias conclusiones.
Por una lado, desmiente la creencia de que la sala de cine está condenada a su desaparición. En los años 70 y 90 las salas de cine se han renovado y se han adaptado a los nuevos tiempos, como en todos los sectores económicos y culturales, es necesario no dejar de mejorar e innovar para poder sobrevivir. Además todos los sectores del cine se han unido para tomar medidas y fomentar la asistencia al cine entre los más jóvenes, entre ellas la reducción del precio de la entrada. El resultado se ha visto este año: la asistencia al cine entre los menores de 14 años se ha multiplicado .
Una de las apuestas más fuertes ha sido la educación, con programas llevados a cabo por el CNC (el ICAA francés) para enseñar a niños entre 3 y 11 años grandes clásicos, como Tati o Chaplin. No se trata solo de utilizar el cine como herramienta educativa, sino de enseñar e inculcar desde pequeños el amor al cine. Este programa ha cubierto hasta el momento el 20% de los alumnos de primaria en toda Francia.
Estas medidas nos dejan claro que el cierre de cines y la falta de espectadores jóvenes no es una tendencia imparable.
Estos son varios extractos del artículo, traducido por Maryse Capdepuy:
Seguro que la asistencia a los espacios culturales en el año 2016 no va a ser maravillosa. Y ya se sabe cuáles son los motivos: la amenaza terrorista, el colapso del turismo, la depresión económica, una oferta cultural en la región lastrada por las subvenciones reducidas a la mitad. En este caos, un lugar aparece con una salud insolente: la sala de cine.
(…)
Se ha anunciado muchas veces que la sala de cine estaba condenada. Por la TV, la VCR, el DVD, el cine en casa, por la piratería en Internet (y la industria discográfica se ha dejado el pellejo), las plataformas de vídeo a la carta … Pero nada, el cine va bien. En primer lugar, porque «se ha transformado totalmente» en la década de los 70 y a principios de los 90, indica Jean-Marie Dura, autor de un reciente informe sobre «La sala del futuro» para el CNC. Las salas eran grandes, bastante antiguas y vacías, se redujeron sus tamaños, aumentó el número de pantallas, se renovaron los sillones, se crearon unas gradas renovadas para una mejor visibilidad. La construcción de los multicines, por primera vez en las afueras de las ciudades, y recientemente en el centro de la ciudad, ha impulsado la asistencia, que ha aumentado de casi un 30% durante los últimos veinte años.
« La red es excepcional », confirma Jean-Marie Dura, hasta el punto de que el cine es a veces el único centro cultural en algunas zonas suburbanas o rurales. « El último lugar donde hay luz todos los días », precisa Carole Desbarat, socióloga e historiadora del cine. Algunos alcaldes lo saben, y rompen sus huchas para conservar su sala. De hecho, la asistencia ha aumentado en las pequeñas ciudades en 2016, mientras que ha retrocedido ligeramente en los multicines de Paris. Dos razones posibles : el efecto “atentado” y la creación de cines en los suburbios cercanos.
El hecho de que el cine haya hecho ofertas como la entrada a 4 euros para los que tienen menos de 14 años, ha multiplicado por cuatro la asistencia los jóvenes de esta edad. También vemos que el pirateo no tiene un efecto desolador durante los 4 meses de exclusividad de la difusión de una película – antes de que pase en la televisión o que se ponga en video – . Y la diversidad de la oferta es inigualable. Más de 600 nuevas películas nuevas sin contar con las reposiciones, y un puñado de blockbusters en la películas de acción / súper héroes que representan la mayor parte de las entradas. Rogue One o el nuevo Star Wars ocupan casi un millar de pantallas actualmente, pero la oferta es amplia, no como en China, donde multicines de 18 salas proyectan la misma película con 10 minutos de diferencia. Y para evitar en Francia que se quite una película de las pantallas después de 7 días de difusión, lo que ocurre a menudo, los dueños de cines, a partir del 1 de Enero del 2017, tendrán que guardarla en pantalla por lo menos 15 días.
« Empatía y sentido crítico »
Todo esto no explica por qué la sala ha conservado intacto su encanto. ¿Por qué en noviembre del 2015, en los días que siguieron a los ataques sangrientos en París, la asistencia ha disminuido, pero muy ligeramente?
Tenemos una parte de la respuesta en el último estudio sobre las prácticas culturales de los franceses (Ministerio de Cultura), que se hizo en 2009: el cine es la producción cultural preferida de los franceses, menos intimidante, más barata, y la intrusión de enormes pantallas conectadas en casa no hicieron nada contra esta tradición. La sala es también el último lugar cultural que atrae a todas las categorías sociales, y que no está abandonado por la gente común. Frédérique Bredin añade: «Ir al cine está visto como una manera de escaparse, es el lugar “de la emoción colectiva en un mundo violento” ”. De hecho, en las miles de sesiones cotidianas, no hay casi nunca algún incidente. Esto es otro milagro de la sala que atrae a un público adolescente, explica Carole Desbarats: «Si bien los jóvenes tienen el hábito de ver varias pantallas simultáneamente y sin poder pararse, aceptan retirarse del mundo en la oscuridad y en el silencio, rodeados de desconocidos y concentrarse durante 2 horas en una actividad durante la cual el cuerpo y la mente no se dividen.
Sólo la fascinación del cine puede hacerlo. Un hazaña que se ha tenido que construir. Francia es el único país que ha ido tan lejos en la educación al cine, desde la escuela preescolar hasta la universidad. Cada año, por ejemplo 850 000 alumnos de 3 à 11 años descubren en una sala oscura las películas de Tati, de Chaplin o de John Ford y hablan de ellas en clase. « Se desarrolla la empatía y un sentido crítico », explica Carole Desbarats, responsable de esta operación apoyada por el CNC, que afecta a un 20 % de los niños de la primaria. Es poco. Pero no está mal, comparado con el fiasco de las artes en la escuela.
Podemos pensar que Francia es una excepción, es cierto que pocos países cuidan tanto el cine y la educación. Pero, más que un excepción francesa, la falta de medidas para fomentar el cine parece una excepción española.
La asistencia a las salas de cine ha crecido en todo el mundo en 2016, y no solo en Francia, según un informe de la MPAA (en inglés), han aumentado tanto el número de espectadores, como el número de salas.
En este otro artículo publicado en noviembre de 2016 en El país se hace referencia a la riqueza de los creadores y la producción danesa en los últimos años, a raíz del éxito de películas como Land of mine, de Martin Zandvliet, siendo uno de los motivos de este auge un amor generalizado por el cine en Dinamarca basado en una excepcional educación audiovisual que hace que desde críos los daneses vean y sepan ver cine.
Víctor Palacios dice
Gran Artículo, compartimos. 😉